Por
Ignacio N. Clancy
(Aclaración:
el siguiente no es un artículo original del autor, sino un resumen compilado de
los tres textos mencionados en las referencias bibliográficas)
¿Por qué existen ciclos económicos?, ¿cómo
se forman las burbujas económicas? Son preguntas que la macroeconomía se
encarga de estudiar y supuestamente de contestar. En este sentido vamos a
presentar brevemente la teoría de los ciclos (económicos) Austriaca para poder
contestar estas preguntas.
En general tiende a culparse al libre
mercado por la expansión de los ciclos económicos y sus consecuentes crisis y depresiones.
Ocurre que Marx veía que antes de la Revolución Industrial, aproximadamente en
el siglo XVIII, no había repetición regular de auges y depresiones. Si había alguna
crisis esporádica cada vez que algún rey entraba en guerra con otro, pero en
general eran excepciones. Entonces como estos ciclos también aparecieron en
escena aproximadamente al mismo tiempo que la industria moderna, Marx concluía
que los ciclos económicos eran una característica propia de la economía
capitalista de mercado. Más aun, intuyo que las crisis empeorarían con el
tiempo hasta que las masas se rebelaran contra el sistema. Por otro lado los economistas modernos (en especial
Monetaristas y Keynesianos) aceptan esta teoría impuesta por Marx, pero con la
salvedad de que creen poder controlar los ciclos a través de la intervención pública,
aunque claro, con deferentes medidas. En resumen consideran a la economía como
un trade off entre inflación y
desempleo. Pero no vamos a analizar esas escuelas en este artículo (lo haremos
en otros siguientes)
Volviendo a Marx sus conclusiones
estaban bastante acertadas excepto por el hecho que no noto que con la revolución
industrial aparecieron otras instituciones, los bancos. Recordemos que ya existía el Banco de
Inglaterra, que fue fundado el 27 de julio de 1694. Es cierto que era un banco
privado, pero la corona lo obligo a otorgar préstamos a ella misma a cambio del
monopolio de emisión monetaria. Pero Ahora además, con la revolución industrial
aparecerían bancos comerciales.
La teoría de los ciclos austriaca teoría
empezó con el filósofo y economista escocés del siglo XVIII, David Hume y con
el eminente economista clásico inglés del siglo XIX, David Ricardo. Pero fue
Ludwig Von Mises quien la desarrollo y perfecciono a los niveles que hoy la
conocemos.
Las monedas naturales que aparecen
como tales en el mundo del libre mercado son materiales útiles, generalmente
oro y plata. Si el dinero se limitara sencillamente a estos materiales, la
economía funcionaría en su totalidad como lo hace en los mercados concretos: un
ajuste suave de oferta y demanda y por tanto sin ciclos de auge y declive. Pero
la inyección de crédito bancario añade otro elemento crucial y perturbador, los
bancos expanden el crédito y por tanto el dinero bancario en forma de billetes
o depósitos que son teóricamente redimibles a la vista en oro. Pero problema
comienza con el encaje fraccionario, así por ejemplo si un banco tiene 1.000
onzas de oro en sus arcas y emite recibos de depósito redimibles inmediatamente
por 2.500 onzas de oro, entonces está claro que ha emitido 1.500 onzas más de
las que puede redimir. Pero mientras no haya una “corrida” concertada en el banco
a reclamar esos recibos, sus recibos de depósito en el mercado funcionan como
equivalentes al oro y por tanto el banco ha sido capaz de expandir la oferta
monetaria del país en 1.500 onzas de oro.
Así, los bancos empiezan a expandir
alegremente el crédito, pues cuanto más lo expandan, mayores serán sus
beneficios. Esto genera la expansión de la oferta monetaria dentro de un país,
digamos Inglaterra. Al aumentar la oferta de papel moneda y dinero bancario,
aumentan las rentas y gastos monetarios de los ingleses y el aumento del dinero
empuja al alza los precios de los bienes ingleses. El resultado es inflación y
un auge dentro del país. Pero este auge inflacionista, mientras sigue su alegre
camino, muestra las semillas de su propia desaparición ya que al aumentar la
oferta y las rentas monetarias los ingleses proceden a comprar más bienes del
exterior. Además, al aumentar sus precios, los bienes ingleses empiezan a
perder su competitividad respecto de los productos de otros países sin
inflación o con inflación en menor grado. Los ingleses empiezan a comprar menos
en el interior y más en el exterior, mientras que los extranjeros compran menos
en Inglaterra y más en su nación; el resultado es un déficit en la balanza
inglesa de pagos, con las exportaciones inglesas cayendo abruptamente por
debajo de las importaciones. Pero si las importaciones exceden a las
exportaciones, esto significa que el dinero debe fluir de Inglaterra a otros
países y no será precisamente los billetes emitidos lo que fluya al exterior
sino que el oro será el tipo de dinero que tenderá a fluir persistentemente
fuera del país al seguir adelante la inflación inglesa ya que los extranjeros
tomaran esos billetes y los convertirán en oro para llevarlos a sus respectivos
países. Esto significa que el dinero crediticio bancario inglés estará cada vez
más acumulado sobre una base de oro en disminución en las arcas bancarias
inglesas ya que Al proseguir el auge, nuestro hipotético banco expandiría sus
recibos de depósito, digamos 2.500 onzas a 4.000 onzas, mientras que su base en
oro disminuye hasta, digamos, 800 onzas. Al intensificarse este proceso, los
bancos acabarán asustándose. Pues los bancos, después de todo, están obligados
a redimir sus pasivos en efectivo y su efectivo está saliendo rápidamente
mientras se acumulan sus pasivos. Así que los bancos acabarán deteniendo su
expansión crediticia y, para salvarse, contraerán los préstamos bancarios
existentes. A menudo esta retirada se precipita con corridas bancaria de bancarrota
disparadas por el público, que se ha ido poniendo también cada vez más nervioso
acerca de las condición cada vez más inestable de los bancos de la nación.
Así comienza la segunda parte del
ciclo, la contracción. Los bancos pasan a la defensiva y las empresas sufren al
aumentar la presión para la liquidación de deudas y la contracción. La caída en
la oferta de dinero bancario, lleva a su vez a una caída general en los precios
ingleses. Al caer la oferta monetarias y las rentas desmoronarse, los precios
ingleses caen, los bienes ingleses se hacen relativamente más atractivos en
términos de productos extranjeros y la balanza de pagos se invierte, con las
exportaciones superando a las importaciones. Al fluir oro al país y como el
dinero bancario se contrae en lo alto de una base de oro en expansión, la
condición de los bancos se hace mucho más sólida.
Entonces podemos ver que la depresión
es el proceso de saneamiento de la economía, donde los mercados ajustan y eliminas
excesos y distorsiones generados por el auge inflacionista y restablece una
condición económica sólida. Así los bancos comienzan otra nueva fase expansiva
y el ciclo se inicia nuevamente.
¿Pero esto culpa de los bancos? No, en primer lugar, nunca serían capaces de expandir el crédito concertadamente si no fuera por la intervención y estímulo del gobierno. Ya que si los bancos fueran verdaderamente competitivos, cualquier expansión del crédito por parte de un banco acumularía rápidamente las deudas de ese banco en sus competidores y éstos reclamarían inmediatamente al banco en expansión la redención en efectivo. En resumen, los rivales de un banco reclamará la redención en oro o efectivo de la misma forma que harían los extranjeros, excepto que el proceso sería mucho más rápido y cortaría de raíz cualquier inflación incipiente antes de que empezara. Los bancos solo pueden expandirse cómodamente al unísono cuando existe un banco central, esencialmente un banco público, que disfrute de un monopolio de los negocios públicos y de una posición privilegiada impuesta por el gobierno sobre todo el sistema bancario. Solo cuando se estableció la banca centralizada los bancos fueron capaces de expandirse en cualquier momento y el conocido ciclo económico se puso en marcha en el mundo moderno.
¿Pero esto culpa de los bancos? No, en primer lugar, nunca serían capaces de expandir el crédito concertadamente si no fuera por la intervención y estímulo del gobierno. Ya que si los bancos fueran verdaderamente competitivos, cualquier expansión del crédito por parte de un banco acumularía rápidamente las deudas de ese banco en sus competidores y éstos reclamarían inmediatamente al banco en expansión la redención en efectivo. En resumen, los rivales de un banco reclamará la redención en oro o efectivo de la misma forma que harían los extranjeros, excepto que el proceso sería mucho más rápido y cortaría de raíz cualquier inflación incipiente antes de que empezara. Los bancos solo pueden expandirse cómodamente al unísono cuando existe un banco central, esencialmente un banco público, que disfrute de un monopolio de los negocios públicos y de una posición privilegiada impuesta por el gobierno sobre todo el sistema bancario. Solo cuando se estableció la banca centralizada los bancos fueron capaces de expandirse en cualquier momento y el conocido ciclo económico se puso en marcha en el mundo moderno.
Bien hasta aquí es una forma simple
de mostrar cómo funcionan el sistema financiero y la expansión del crédito pero
¿Qué efectos económicos concretos trae esta expansión crediticia orquestada?
Un poco de Macro
Sin la expansión bancaria del
crédito, la oferta y la demanda tienden a equilibrarse a través del sistema de
precios libres y no pueden producirse auges y declives acumulados. Pero ocurre
que el gobierno estimula la expansión del crédito bancario a través de su banco
central expandiendo los pasivos bancarios y por tanto las reservas de efectivo
de todos los bancos comerciales de la nación. Los bancos proceden luego a
expandir el crédito y por tanto la oferta monetaria de la nación en forma de
cuentas corrientes. Esta expansión del dinero bancario lleva al alza los
precios de los bienes y por tanto causa inflación. Pero Mises demostró que hace
algo más La expansión del crédito bancario, al generar nuevos fondos prestados
en el mundo de los negocios, baja artificialmente el tipo de interés en la
economía por debajo de su nivel del libre mercado.
En un mercado libre no intervenido,
el tipo de interés se determina puramente por las “preferencias temporales” de
todos los individuos que constituyen la economía de mercado. La esencia de un
préstamo es que un “bien presente” (dinero que puede usarse en el presente) se
intercambia por un “bien futuro” (un pagaré que solo pueda usarse en algún
momento futuro). Como la gente siempre prefiere dinero ahora a la perspectiva
de tener la misma cantidad en el futuro, el bien presente siempre tiene una
prima en el mercado respecto del futuro. Esta prima es el tipo de interés y su
nivel variará de acuerdo con el grado en que la gente prefiera lo presente a lo
futuro, es decir, el nivel de sus preferencias temporales.
Las preferencias temporales de la
gente también determinan el grado en que la gente ahorrará e invertirá,
comparado con cuánto consumirá. Si las preferencias temporales de la gente
deberían caer, es decir si cae su grado de preferencia por el presente sobre el
futuro, entonces la gente tenderá ahora a consumir menos y a ahorrar e invertir
más; al mismo tiempo, y por la misma razón, también caerá el tipo de interés,
el tipo de descuento temporal. El crecimiento económico se produce en buena
parte como resultado de las menores tasas de preferencia temporal, lo que lleva
a un aumento en la proporción de ahorro e inversión respecto del consumo y
asimismo a una caída en el tipo de interés.
¿Pero qué pasa cuando el cae el tipo
de interés, no por menores preferencias temporales y más ahorro, sino por la
interferencia pública que promueve la expansión del crédito bancario?
Si el tipo de interés cae
artificialmente debido a la intervención en lugar de naturalmente, como
resultado de cambios en las valoraciones y preferencias del público consumidor.
Asi comienzas las distorsiones en los costos y los precios relativos y por ende
las malas inversiones que son las que luego explotaran cuando la burbuja se
rompa. Los hombres de negocios, al ver caer el tipo de interés, reaccionan como
siempre harían y deberían hacer ante un cambio así en las señales del mercado:
invierten más en bienes de capital y producción. Las inversiones,
particularmente en proyectos largos y que consumen tiempo, que antes no
parecían rentables ahora sí lo parecen a causa de la caída en las cargas de
intereses. En resumen, los hombres de negocios reaccionan como lo harían si
hubieran aumentado realmente los ahorros: expanden su inversión en equipamiento
duradero, en bienes de capital, en materias primas industriales, en
construcción, en comparación con su producción directa de bienes de consumo.
En resumen, los negocios toman
prestado el recientemente expandido dinero bancario que les llega a tasas de
intereses más baratos, utilizan ese dinero para invertir en bienes de capital y
este dinero acaba usándose en renta inmobiliarias más altas y salarios más
elevados para trabajadores en los sectores de bienes de capital. El incremento
en la demanda empresarial empuja al alza los costos laborales (salarios), pero
las empresas piensan que pueden pagarlos porque han sido engañadas por la
intervención de gobierno y bancos en el mercado de los préstamos y su
intromisión decisivamente importante en la señal del tipo de interés del
mercado. El problema se produce tan pronto como trabajadores y terratenientes
(en buena parte los primeros, ya que la mayoría de los ingresos empresariales
se utilizan en los salarios) empiezan a gastar el nuevo dinero bancario que han
recibido en forma de salarios más elevados. Como las preferencias temporales
del público en realidad no han disminuido, la gente no quiere ahorrar más de lo
que tiene. Así que los trabajadores se dedican a consumir la mayoría de su
nueva renta, en pocas palabras, para restablecer las antiguas proporciones de
consumo/ahorro. Esto significa que
redirigen el gasto de nuevo a sectores de bienes de consumo y no ahorran e
invierten lo bastante como para comprar las máquinas recién fabricadas,
equipamientos de capital, materias primas industriales, etc. Ocurre entonces,
que se revela que la sociedad no estaba demandando bienes de capital, sino de
consumo y ahora todas estas inversiones realizadas a tasas bajas no tienen
demanda, simplemente porque la sociedad no tiene el dinero ahorrado para
comprarlas, ya que nunca quiso ahorrar, sino que quería consumir en el presente.
Las empresas han sido seducidas por la intromisión gubernamental y la
rebaja artificial del tipo de interés y actuaron como si hubiera disponibles
más ahorro para invertir de los que había realmente. Quedó claro que no había
suficientes ahorros como para comprar todos los bienes de producción y que las
empresas habían invertido mal los limitados ahorros disponibles. Las empresas
habían sobre-invertido en bienes de capital e sub-invertido en productos de
consumo.
Como dijimos, el auge inflacionista
lleva a distorsiones en el sistema de precios y producción. Los precios de la
mano de obra y las materias primas en los sectores de bienes de capital han
aumentado durante el auge demasiado como para ser rentables una vez que los
consumidores hayan reafirmado sus antiguas preferencias de consumo/inversión.
La “depresión” se ve entonces como la fase necesaria y saludable por la que la
economía de mercado se exfolia y liquida las inversiones insensatas y
antieconómicas del auge y restablece aquellas proporciones entre consumo e
inversión que son las realmente deseadas por los consumidores, es un proceso
doloroso, pero necesario por el que el libre mercado exfolia los excesos y
errores del auge y restablece a la economía de mercado en su función de
servicio eficiente a la masa de consumidores. Es en este momento donde la economía
empieza a sanearse donde caen los precios de los factores de producción,
aumenta el desempleo, ya que la falta de demanda en los proyectos mal
invertidos hacen que estos cierren y se despida la gente.
¿Por qué duran tantos años los
procesos de auge? los auges serían de muy corta duración si la expansión del
crédito bancario y consiguiente impulso a la baja de tipo de interés por debajo
del nivel del libre mercado fueran cosa de un solo golpe. Pero ocurre que la
expansión del crédito no es un solo golpe: procede una y otra vez, no dando
nunca a los consumidores la posibilidad de restablecer sus proporciones
preferidas en consumo y ahorro, no permitiendo nunca que el aumento en los
costes en los sectores de bienes de capital se ajusten al aumento inflacionista
en los precios.
¿Cuál es la solución? En principio
seria evitar la expansión crediticia o la mal llamada creación secundaria del
dinero. Pero esto lo veremos en otros resúmenes.
Referencias:
Von Mises, L.
(1949): “Human Action”, New Haven,
Connecticut, Yale University Press.
Von Mises, L.
(1912): “The theory of money and Credit”,
Auburn, Mises Inst.
Rothbard, M.
(1969): “Economic Depressions: Their cause
& cure”, Auburn, Mises Inst
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